domingo, 18 de agosto de 2013

El amor.

¿Y quién soy yo para hablar de amor, si nunca lo he sentido?

Eso es lo que muchos se preguntan, pero todo el mundo ha sentido amor, aunque no sea amor romántico. El amor fraternal, por ejemplo, por mucho que odies algunas cosas que hacen tus padres, sabes que les quieres, no puedes hacer nada contra ello, y también dudo que quieras hacerlo.

Otro amor que se siente, pero que tampoco se tiene en cuenta, es el amor que se tiene por un amigo. Un amigo que sabes que siempre va a estar ahí, un amigo que te dejará en ridículo frente a las peores personas y aún así tú también te reirás, un amigo que sabe qué decir en qué momento, un amigo que sabe todo sobre ti y hace bromas con ello para hacerte reír cuando estás triste, un amigo que te hace olvidar cualquier cosa mala que te pase, aunque solo sea por unos segundos.

También está el amor por los hermanos. Odiados hermanos que te culpan, rompen tus cosas, te pegan, te dejan en ridículo, hacen que te odien... Y aun así les quieres.

¿Y el amor por un personaje ficticio? Júrame que no te enamoraste de Peeta si leíste Los Juegos Del Hambre; júrame que no amaste a Magnus y a Simon pero igualmente te enamoraste de Alec y Jace si leíste Cazadores de sombras; dime que no soñaste con tener un novio como Cuatro si leíste Divergente. Júrame que no amas a Homer Simpson como buen padre que es si alguna vez has visto Los Simpsons; dime que no quisiste tener un perro como Jake si Hora de Aventuras apareció en tu televisión; dime que no te enamoraste de Jesse en Pitch Perfect...

El amor es algo que sientes, ya sea romántico, fraternal, amistoso o ficticio. Siempre está ahí, dentro de ti, esperando a que lo saques de una vez.